EL DUALISMO Y EL PROBLEMA MENTE-CEREBRO
Aunque la figura de Descartes es muy relevante históricamente
gran parte de su pensamiento ha quedado superado, por ejemplo su respuesta al
problema de la relación entre alma y cuerpo (otras respuestas fueron las de
Malebranche [ocasionalismo], la de
Leibniz [armonía preestablecida], y
probablemente la más próxima a los enfoques actuales, la de Spinoza [monismo]).
Sin embargo, lo que sí sigue siendo actual es el problema en sí mismo. Para el
dualista que considera que el ser humano tiene un alma inmaterial enteramente
diferente del cuerpo se plantea el problema de explicar cómo una sustancia
inmaterial, el alma, se relaciona con una sustancia material, el cuerpo. A día
de hoy esto sigue siendo científicamente un misterio, incluso racionalmente
parece no haber una explicación convincente. Lo que está claro desde el punto
de vista científico es que los objetos físicos, materiales, solo interaccionan
causalmente con otros objetos físicos.
Sin embargo, como el propio Descartes observó, parece existir
una relación de causalidad, una interacción entre el cuerpo y el alma [interaccionismo] (recordad los ejemplos que vimos en clase). Actualmente esta
relación se plantea como relación entre el cuerpo o el cerebro y la mente,
entendiendo la mente como una noción sin las connotaciones religiosas que tiene
el término "alma". Mientras que Decartes tuvo que poner el alma fuera de la naturaleza y de la ciencia (en aquel momento caracterizada por el mecanicismo), la mente es actualmente entendida como un fenómeno natural que debe tener una explicación científica. Este es el problema mente-cerebro (o mente-cuerpo).
La mayoría de los neurocientíficos y de los filósofos de la
mente actuales rechazan el dualismo (según la neurociencia la mente depende del
cerebro). Se tiende, así, a afirmar que la mente ES el cerebro, y para muchos esto puede implicar, en términos
metafísicos y antropológicos, un monismo materialista (con consecuencias desde
un punto de vista religioso).
Algunos autores consideran que aunque, de hecho, la mente sea
simplemente una actividad cerebral en los humanos, la mente no se puede identificar con el cerebro (como afirma
la teoría de la identidad)
fundamentalmente por dos razones:
- La
posibilidad de la inteligencia artificial: es posible que robots o sistemas
informáticos suficientemente complejos lleguen a tener mente, careciendo de un
cerebro biológico propiamente dicho. Los estados mentales son estados
funcionales según el funcionalismo,
independientemente de su soporte físico: un robot puede llegar a tener estados mentales cuyo soporte físico (lo que realizaría las funciones que en nosotros realiza e cerebro) no esté hecho de materia orgánica como la del cerebro humano, sino de microchips y circuitos construidos con silicio, coltán, o grafeno, por ejemplo.
- Según el fisicalismo no reductivo: La mente no se
puede reducir al cerebro ya que
entonces la psicología se reduciría a la neurociencia: es decir (expresado de
una manera muy simple), todas las teorías y las explicaciones psicológicas de
la conducta humana se reducirían a explicaciones en términos de neuronas,
sinapsis, y moléculas. [Algunos autores proponen que eso es, precisamente, lo que se debería hacer, y sugieren que, en un futuro, ese cambio se producirá].
[Atención: estos argumentos no niegan que la mente esté vinculada al cerebro y que, al menos en los humanos, dependa del funcionamiento del mismo, solamente rechazan la teoría de la identidad mente-cerebro (la mente ES el cerebro). La teoría de la identidad es una teoría mucho más fuerte que la afirmación de una mera relación -al menos en los humanos- de vinculación o dependencia].
Otros
aspectos de la actualidad de Descartes son el innatismo (Pinker, etc.), la
noción de idea y sus observaciones sobre las cualidades secundarias (color, sabor, etc.) (Matrix,
neurociencia).
EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD
El
problema de la libertad, es decir la problematización de la libertad,
aparece con la revolución científica del siglo XVII. El núcleo de la
cuestión puede ser formulado de una forma sencilla:
Si
la naturaleza (entendiendo por tal el conjunto de los cuerpos o de los
entes materiales) es un sistema determinado por leyes universales y
necesarias, entonces la libertad no cabe en tal sistema: un planeta, por
ejemplo, no se mueve a su libre albedrío, sino que obedece las leyes
que determinan su órbita. Por esa razón un eclipse puede ser predecible
si se cuenta con los datos necesarios. Del mismo modo, una bola de
billar se moverá en una dirección y con una velocidad determinadas, básicamente, en función del golpe del taco y de la superficie de la mesa. La
bola de billar carece de la capacidad de decidir, no tiene otra opción
que hacer lo que hace.
Si
se considera el sistema de los cuerpos (la naturaleza) como un sistema
esencialmente homogéneo, en el sentido de que tanto los cuerpos
vivientes como los inanimados obedecen necesariamente las leyes de la
naturaleza, entonces se debe concluir que los cuerpos vivientes carecen,
en tanto que meros cuerpos materiales, de la capacidad de decidir o de
elegir (libre albedrío).
Este
es, reducido a su esqueleto, el modelo de naturaleza que Descartes
encuentra a partir de la nueva ciencia. Ante esta situación las opciones
de Descartes son:
A.- Salvar el libre albedrío afirmando que el ser humano no es un mero cuerpo. Lo que conduce al dualismo.
B.- El ser humano es un mero cuerpo. Por tanto, no es libre.
El
problema es que ambas opciones acarrean consecuencias negativas: la
primera implica el problema mente (o alma)-cuerpo, mientras que la
segunda implica el fin de la ética y de toda una concepción
antropológica y religiosa.
La
primera opción (A) no solo permite salvar el libre albedrío, sino que,
además, tiene la ventaja práctica de ser compatible con la doctrina de
la Iglesia, que no tenía reparos en utilizar La Inquisición para corregir cualquier desliz.
Al
lado del fin de la ética (o de ponerla seriamente en cuestión) y de la visión del ser humano como un ser
capaz de elegir, decidir, y actuar en consecuencia (y, por tanto, de ser
responsable de sus actos) el problema mente-cuerpo parece un problema
menor.
[Sin embargo, cabe preguntarse si la introducción de un factor más allá del mundo físico (alma/mente/sustancia pensante) garantiza por sí solo el libre albedrío, ya que aún deja muchas cosas sin explicar (por ejemplo, no excluye -por sí mismo- que también el alma o la mente inmaterial estuvieran determinadas de alguna manera, o también se enfrenta el problema de explicar que si dos mentes están en idénticas circunstancias puedan llegar a decisiones o elecciones diferentes)].
EN EL SIGUIENTE ENLACE PUEDES HACERTE UNA IDEA DE CÓMO SE VEN ESTAS CUESTIONES DESDE LA PERSPECTIVA DE LA NEUROCIENCIA ACTUAL:
LA LIBERTAD ES UNA FICCIÓN: ENTREVISTA AL NEUROCIENTÍFICO FRANCISCO J. RUBIA: aquí.