domingo, 4 de febrero de 2007

DESCARTES: MEDITACIONES METAFÍSICAS (Fragmentos)

I. EL PROBLEMA DEL DUALISMO.
a) El dualismo (y el yo como sustancia pensante):“Puesto que sé de cierto que existo, y, sin embargo, no advierto a mi naturaleza o a mi esencia le convenga necesariamente otra cosa, sino que yo soy algo que piensa, concibo muy bien que mi esencia consiste sólo en ser algo que piensa, o en ser una sustancia cuya esencia o naturaleza toda es sólo pensar. Y cuando, acaso, o más bien, ciertamente [Descartes puede afirmar como algo cierto que tienen un cuerpo tras superar la duda metódica y disponer del criterio de verdad definido por la claridad y la distinción], como luego diré, tengo yo un cuerpo al que estoy estrechamente unido, sin embargo, puesto que por una parte tengo una idea clara y distinta de mi mismo, según la cual soy algo que piensa y no extenso, y por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, según la cual, éste es una cosa extensa, que no piensa, resulta cierto que yo, es decir, mi alma, por la cual soy lo que soy, es entera y verdaderamente distinta de mi cuerpo, pudiendo ser y existir sin el cuerpo [Aquí se ponen las bases de la inmortalidad del alma]” (Sexta Meditación, pp. 205-206, Tecnos, 2002).

b) El problema de la relación alma-cuerpo (hoy se suele plantear como problema de la relación mente-cerebro o mente-cuerpo): ¿Cómo es que siento en mí -sustancia pensante- lo que le pasa al cuerpo? Descartes dirá que el alma y el cuerpo, a pesar de ser realidades diferentes, están unidas de una manera especial. Es conocida su comparación con el piloto de un barco:“También me enseña la naturaleza [se refiere a la naturaleza y las capacidades humanas], por medio de esos sentimientos de dolor, hambre, sed, etc., que no estoy metido en mi cuerpo como un piloto en su navío, sino tan estrechamente unido y confundido y mezclado con él, que formo como un solo todo con mi cuerpo. Pues si esto no fuera así, no sentiría yo dolor cuando mi cuerpo está herido, puesto que soy solamente una cosa que piensa; percibiría la herida por medio del entendimiento, como un piloto percibe, por medio de la vista, lo que se rompe en su barco. Y cuando mi cuerpo necesita comer o beber, tendría yo un simple conocimiento de esta necesidad, sin que de ella me avisaran confusos sentimientos de hambre o sed; pues, en efecto, todos esos sentimientos de hambre, sed, dolor, etc. no son sino ciertos confusos modos de pensar, que proceden y dependen de la íntima unión y especie de mezcla del espíritu con el cuerpo” (p. 208).

II. EL CUERPO-MÁQUINA (mecanicismo)
-“Y así como un reloj, compuesto de ruedas y contrapesos, no observa menos exactamente las leyes de la naturaleza cuando está mal hecho da mal las horas, que cuando cumple enteramente los deseos del artífice, así también, si considero el cuerpo humano como una máquina [un mecanismo] construida y compuesta de huesos, nervios, músculos, venas, sangre y piel, de tal suerte que, aunque ese cuerpo no encerrara espíritu alguno, no dejaría de moverse como lo hace ahora [Esto último pudo llegar a ser considerado peligroso para la religión establecida], cuando se mueve sin ser dirigido por la voluntad y, por consiguiente, sin ayuda del espíritu y sólo por la disposición de sus órganos; si considero, digo, el cuerpo como un máquina...” (pp. 211-212).

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